El Comienzo de Kiara: Cómo Llegamos Aquí

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Si hace un año alguien me hubiera dicho que estaría desarrollando un proyecto dedicado al tema menstrual, me habría sonado completamente loco. Pero aquí estoy, en este viaje, construyendo un proyecto con el fin de hacer que el periodo sea una mejor experiencia para cada mujer, cada niña y cada persona que menstrua.

Nunca he sido una feminista sobresaliente o una activista social, pero siempre he sabido lo que quiero: crear un emprendimiento con significado. No planeé nada en particular, simplemente esperé a que viniera a mi la idea correcta en el momento adecuado, mientras estudiaba, trabajaba y vivía una vida normal. Un día llegó. Fue durante un viaje ininterrumpido de 5 horas cuando sucedió (supongo que tienen razón al decir que la mente es más creativa cuando se agota).

Pensé: «¿Por qué el periodo es
tan aburrido? No es una experiencia
agradable y nadie intenta arreglarlo».

Desde mi punto de vista como consumidora, fue muy claro que habían pocos proyectos dedicados al tema menstrual, había muy poca cosa sucediendo al respecto. Me pasé el resto del viaje pensando en los problemas relacionados con el periodo y la infinidad de posibilidades para abordarlos.

Luego, mientras analizaba los productos que en aquella época estaban disponibles en el mercado, recordé un proyecto que me me había sorprendido totalmente un par de años atrás: Dollar Shave Club. Esta empresa funcionaba a través de un modelo de suscripción entregando a sus clientes hojas de afeitar sencillas pero de calidad mes a mes. Dollar Shave Club se volvió viral y en menos de nada alcanzó el 7% de la cuota del mercado de afeitado en los Estados Unidos y el 30% de las ventas de comercio electrónico. Después de esto, la empresa fue adquirida por Unilever por la impresionante suma de mil millones de dólares. Bueno, las maquinillas de afeitar son geniales, pero... las mujeres tienen una necesidad mucho más relevante que merece atención y cambio. Así nació Kiara.

Llegar allí

De acuerdo, técnicamente así no. Antes de que Kiara incluso se llamara Kiara, sucedieron un montón de cosas diferentes. En ese momento solo tenía la idea: un servicio puerta a puerta que ofrece cada mes varios productos personalizados para el periodo con el fin de transformar toda la experiencia del ciclo menstrual.

Personalmente, supongo que la parte más difícil fue llegar al punto de no retorno, ese momento en el que te das cuenta: «Lo estoy haciendo y nada me detendrá». Fue especialmente difícil… siempre hay pinchaglobos alrededor, personas que te dicen «estás loco», «no funcionará», «no vale la pena» y cuestionan cada paso que das. Pero afortunadamente también hay personas que te motivan, te apoyan y te empujan hacia delante. Ahora sé que es importante que tu mismo seas una de esas persona, recordando constantemente por qué haces lo que haces y manteniendo claro tu objetivo

Piensa en las personas que
deseas ayudar, las sonrisas que deseas
traer, los días que deseas mejorar.

Una vez que pasas ese punto, comienza el verdadero trabajo. Tienes que encontrar la manera de encajar tu producto en el mercado, debe ser algo que la gente realmente necesita. Así, comencé una investigación muy detallada para entender exactamente cómo funciona el mercado actual, quiénes son los actores, cómo interactúan y qué espacios falta por cubrir. Al mismo tiempo, iba hablando con profesionales, expertos de la industria, investigadores, emprendedores en áreas similares y, lo más importante, clientes potenciales. Es fácil subestimar lo beneficioso que resulta hablar con la gente, pero es un ejercicio que te da ideas, te ayuda a tomar decisiones y a dar forma a tu proyecto. Conversaciones que parecen simples te conducen a conversaciones muy reflexivas, enfocadas en las áreas grises del servicio que estás buscando ofrecer.

Una vez tienes el panorama claro, debes poner todo en papel. Empecé a definir todas las piezas del puzzle, buscando cada elemento y definiéndolo, tomando decisiones iniciales sobre cómo empezar el proyecto, qué lo va a hacer especial y cómo se va a integrar en el mercado. Detallé todo: desde el acercamiento a los primeros clientes hasta la entrega de las cajas… todo escrito y dibujado en un gran mapa conceptual. Cuando definí todos los elementos, configuré un plan de acción claro con categorías y aspectos concretos a resolver, ordenándolos por prioridad y relevancia para lanzar una primera versión de Kiara.

Y ¡WOW! De repente, cuando menos
lo esperaba, miré el plan de acción y el
miedo desapareció. Ahora tenía una
visión clara, mucha motivación y
confianza porque sabía exactamente
qué quería hacer.

 Las primeras cuatro posiciones en mi plan de acción eran: 1) definir las tramas iniciales y el recorrido del cliente; 2) definir las incertidumbres críticas del recorrido del cliente; 3) realizar un estudio del cliente a profundidad, y 4) adaptar. Así lo hice. Dibujé mi primera versión del proceso tratando de imaginar cómo lo experimentaría el cliente. Incluí las primeras interacciones, la navegación en la página web y la entrega del producto. Lo repasé una y otra vez, haciéndolo lo más simple posible hasta que me sentí conforme con el resultado. Después de definir los elementos críticos del modelo, empecé a tomar medidas para abordarlo. Como parte de una profunda investigación del mercado y del cliente potencial, construí una encuesta con una serie de preguntas reflexivas dedicadas a entender los hábitos y opiniones de las mujeres relacionadas con su periodo. Me centré en España. Y así es como, sin esperarlo, me encontré con un fuente infinita de motivación, inspiración y empatía, pero también mucha incomodidad e indignación.

La realidad del periodo

Después de toda la investigación, las conversaciones, las respuestas y los contactos, me di cuenta de que, aunque era una mujer y me enfrentara a la menstruación cada mes, no tenía ni idea de lo que es el periodo en realidad.

Entendí el periodo de otra manera, más real, aquella sobre la cual no somos educadas, la que desconocemos y creemos que no necesitamos, la que está rodeada de estigmas, la que hace que las chicas se sientan mal consigo mismas, la que trae dolor y malestar, la que se relaciona con problemas masivos en países en vía de desarrollo.

Todos sabemos que la regla es una gran parte de la vida de toda mujer. Durante aproximadamente 36 años de su vida tendrá el periodo, un total de 468 ciclos, que, si los juntamos todos equivalen a 5 años sangrando. Esto es enorme. Y mientras que algunas mujeres pueden estar más acostumbradas o tolerarlo mejor, hay muchas otras que experimentan mucho malestar mes a mes.

Y no hablo de los países en desarrollo, ni de los barrios pobres, donde las niñas no tienen acceso incluso a los bienes más básicos para lidiar con su menstruación, o incluso no salen de casa y dejan de ir a la escuela porque se siente extremadamente avergonzadas por ella. No, no estoy hablando de eso, porque ese es un tema muy complejo pero aparte. Estoy hablando de países como el nuestro y los problemas ocultos que el periodo a menudo representa.

He visto por mí misma cómo el periodo y su impacto se subestima en los países occidentales y las consecuencia que esto trae. Por ejemplo, el deterioro del estado de ánimo durante la regla es una realidad para el 65% de las mujeres. No, no es un mito. Lo mismo ocurre con la fatiga: alrededor del 53% de las mujeres experimentan cansancio excesivo. Pero lo que es peor es que más de la mitad de las mujeres tienen dolores significativos en una o más áreas del cuerpo durante su periodo, razón por la que constantemente toman analgésicos… algunas incluso terminan en un hospital. ¿Sabías esto? Desde luego que no. No es de extrañar que, debido a toda esta desinformación sobre los síndromes del periodo, un tercio de la población femenina se vuelva menos social y prefiera quedarse en casa durante la menstruación.

La sociedad podría hacer cosas para que las mujeres se sientan mejor en esos días, pero honestamente, en este momento, estamos muy lejos de lograrlo. ¿Por qué? Por el estigma que rodea la regla. Recuerda las caras sorprendidas y las risas nerviosas de la gente cuando alguien comienza a hablar abiertamente de la menstruación.

El estigma es mucho más fuerte de lo que creemos. Muchas chicas se sienten incómodas al comprar compresas y tampones en las tiendas y casi todo el mundo se siente incómodo hablando abiertamente de este tema.

Por supuesto, los hombres pueden y deben ayudar. Ayudar a normalizar el periodo estando más abiertos, más conscientes y más atentos con sus amigas, sus novias (muchas de las cuales se sienten nerviosas al tener que discutir el periodo en su relación) y prácticamente cualquier mujer.

Lo que me parece terrible, es que la percepción general del periodo en nuestra sociedad es una barrera enorme para la educación que las mujeres reciben sobre su salud femenina y su ciclo. Pensé que sabía lo suficiente sobre el mío y sobre mi cuerpo, hasta que me di cuenta de que no tenía idea de lo que es mi periodo en realidad, de lo que me sucede durante la diferentes fases del ciclo menstrual.

Nadie me enseñó nunca cómo
evitar los síntomas negativos, los futuros
problemas de salud o simplemente cómo
disfrutar de mi cuerpo. Este conocimiento
es muy limitado y el acceso a él puede
cambiar vidas.

La mercado y la economía libre no ayudan a las mujeres a sentirse mejor durante la menstruación. Es un mercado dominado por grandes empresas que producen en escala masiva, con un interés prioritario en la rentabilidad. Alrededor del 75% de las mujeres compran sus productos de higiene en los supermercados, lo que casi siempre significa que compran a grandes compañías. Estas marcas no están obligadas a describir la composición exacta de sus productos, que suelen ser de plástico y sustancias tóxicas para el cuerpo y para el medio ambiente. Por eso, esto no solo influye en nosotras, sino que también tiene un enorme impacto en el planeta. Una mujer promedio que utiliza productos higiénicos desechables usa y tira alrededor de 11.000 compresas o tampones durante su vida, que equivale a unos 112 kg de residuos.

Hay alternativas tales como compresas y tampones ecológicos, respetuosos con el medio ambiente, o también copas menstruales y otros productos, pero el conocimiento y el acceso a los mismos sigue siendo muy limitado. Incluso teniendo las marcas habituales de consumo muchas mujeres afirman que es difícil conseguir productos de buena calidad. Este tema es especialmente relevante para chicas extranjeras, que «rellenan la mitad de la maleta con sus marcas de higiene favoritas» cada vez que tienen la oportunidad de volver a sus países de origen. Parece increíble que una necesidad tan relevante para la mitad de la población mundial esté tan desatendida por el mercado.

Durante mi investigación, pregunté a muchas mujeres cuál sería una palabra para expresar mejor la severidad de esta situación.

Una de cada cinco mujeres utilizó la palabra «odio» o «malo» al hablar de cómo experimenta su periodo, mientras que un inquietante 40% usó palabras como «triste», «incómodo», «molesto», «frustrante», «enojo» y «preocupación» en sus respuestas. Me parece chocante e inaceptable.

Nuestros periodos son hermosos, son parte de nosotras y son un medio para traer nuevas vidas al mundo. No podemos dejar esta situación así, tenemos que cambiarla. Hoy en día solo alrededor del 9% de las mujeres se sienten bien acerca de su periodo. Este número tiene que convertirse en un 100%. Es un largo camino, pero puede llegar a ser mucho más corto si lo recorremos todas juntas.

El camino

A lo largo de mi investigación he visto que cada una de nosotras es increíblemente diferente y nuestros periodos también lo son. Algunas mujeres aman los tampones y odian las compresas, otras odian los tampones pero aman las compresas. Algunos son fans de la copa menstrual y otras nunca la utilizarían. Algunas ni siquiera notamos el período, mientras que otras a veces quieren «arrancarse el útero». Algunas comen los pepinillos durante esos días y otras tienen ganas de arreglarse y sentirse guapas. Todas somos muy diferentes, pero lo que tenemos en común es que todas tenemos un profundo afecto por el periodo como parte de lo que somos.

Protejamos este sentimiento y luchemos por ello, creemos juntas un sentimiento de amor por nuestro período, disfrutando de nuestros cuerpos y compartiendo soluciones e ideas para hacer que la menstruación sea mejor para cada mujer en cada país. Eso es lo que personalmente estoy tratando de hacer con Kiara.

Kiara te permite seleccionar los productos que mejor se adapten a tu período, llevándote cada mes una hermosa caja con todo lo que necesitas: conocimiento, sorpresas, motivación... Quiero mejorar la experiencia del periodo, hacer que los días más sensibles del mes se sientan mejor. Quiero que las mujeres tengan acceso a productos buenos para sus cuerpos y para el medio ambiente, generando conciencia sobre aquellos que son ecológicos, sostenibles y saludables. Quiero crear un espacio para difundir conocimiento en salud femenina y para ayudar a las mujeres a entender y amar a sus cuerpos, creando una comunidad en la que puedan apoyarse mutuamente y compartir una visión común.

Y finalmente quiero animar a todos, y especialmente a otras mujeres como yo, a hablar, a tomar medidas y a iniciar proyectos (quizás incluso muy pequeños), para lograr el cambio que queremos ver en el mundo. Juntos podemos transformar el periodo para cada mujer, eliminar los estigmas y hacer que sea algo de lo que enorgullecerse, porque podemos y porque nos lo merecemos.

 

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